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La dirección hacia la cual se aleja el presente*


Como anticipamos en el artículo anterior -siguiendo el análisis de Vilem Flusser-, transitamos cambios radicales en nuestra forma de “estar en el mundo”, que implican un debilitamiento de “categorías tradicionales” (como lo verdadero y lo falso), un creciente encogimiento del mundo objetivo -que es absorbido por virtualidades- y una nueva posibilidad de revolución dialógica. 



El siguiente artículo resume los cambios que pueden potenciar un desarrollo productivo.


Redefinir el contexto comunicativo


El nuevo compromiso dialógico de la cultura emergente, no tiene como objetivo las “infraestructuras” de la sociedad (economía, política, cultura, etc.), sino que se dirige solamente a las estructuras comunicativas, a las “superestructuras”. 

La revolución no es un momento del futuro


Los nuevos revolucionarios son “imaginadores”. Ellos producen y manipulan programas y buscan utilizar su nueva imaginación en función de la reformulación de la sociedad. Esta reformulación, ya se encuentra en su fase inicial. Lo revolucionario -siempre anacrónico- ya ocurrió (el ciclo del que procede ya se cerró) y ya estamos transitando los cambios del nuevo ciclo.

Redefinir la sociedad informática


Surge una nueva estructura social: la sociedad informática que ordena a las personas en torno a los programas, una sociedad programática.

El hombre no tiene control sobre los aparatos, desde su lugar de individuo disperso, distraído, adoctrinado y funcional. 

Sin embargo, es posible crear un compromiso a favor de una sociedad de “programadores”. Esta reformulación de la sociedad -de ahora en más programática-, permite que los programas dejen de ser imperativos y sean dialógicos. De forma que, su núcleo ya no sea más la circulación entre programa y hombre, sino, el intercambio de información entre hombres por medio de programas.

La nueva forma de la información debe ser “no redundante”


Los aparatos y sus programas no reflejan una realidad sino que la proyectan. No explican el mundo, lo “informatizan” (codificación). Es decir, lo recrean con información que luego será repetida, infinitamente, con el objetivo de programar a sus receptores. 

Entonces, ya no cabe la pregunta ontológica sobre si esta “proyección” existe o no, sino, si es informativa o redundante.

Por otro lado, el problema de la producción de información nueva debe alejarse del contexto mitificador ("creación a partir de la nada" de un artista “genio”) si queremos entender las virtualidades revolucionarias que nos ofrece la informatización.

Abrir el juego


La sociedad programática será una sociedad interesada en estrategias y no en teorías (si bien se alimenta de los discursos de la ciencia, de la técnica, del arte y de la política, éstos discursos de la historia -en vías de ser superados como tal-, serán recodificados, en forma de programa). 

Las reglas, que ordenan esta sociedad, son las reglas del juego, no los imperativos (leyes, decretos, etc.) y su utopía es la producción lúcida de información (a diferencia de las conciencias narcotizadas que repiten información redundante).

En resumen, el juego de esta sociedad será el del intercambio de información y su propósito la producción de información nueva. Y, como es esperable, será un juego abierto que modifique sus propias reglas a cada jugada.

Aprendizaje


Lo que caracteriza a la cultura emergente es que la gran mayoría de sus participantes ignoran el interior de las “cajas negras” que manejan (Ver https://blog.redflag.dev/2019/10/la-empresa-millenial.html ).

La producción de información, como proceso sintetizador, puede ser visto, en su totalidad, como una escalera. La información disponible en un determinado nivel, es sintetizada y, en tanto información nueva, emerge de éste nivel para formar el próximo.

En todo nivel tiene lugar el azar, es decir, los elementos constituyentes que se combinan y recombinan fortuitamente. Una minoría de azares, seleccionados críticamente (según constituyan o no, un enriquecimiento de la información alcanzada), emergerá como nuevo nivel.



En la situación cultural actual, se tiende a eliminar el aprendizaje y a reemplazarlo con la “programación” de sus participantes. Pero en el modelo “escalar”, el acceso al aprendizaje de los diferentes niveles es independiente y comunizado, ya que, en cualquier nivel, la “información” se encuentra “sintetizada” y disponible. 

A su vez, la independencia de cada nivel permite que el desciframiento de otros niveles, puedan ser relegados a los especialistas o bien, alcanzar ese nivel de formación/información. 

Potenciar este modelo es una ventaja cuyos umbrales aún no comienzan a dibujarse.

Comunidad informática


Si se impulsa a esta cultura emergente, la soledad frente a la pantalla será soslayada por diversas oportunidades comunitarias, ya que el propósito de la sociedad programática es crear información como resultado de la mutua colaboración.

Al imponer la circularidad de nuestra propia actividad creadora, este modelo productivo de la información, genera una nueva actitud, en la que los adversarios se transforman en compañeros, la polémica en diálogo y de todo esto se obtiene una estrategia nueva. Es decir, una redistribución de “datos” en el juego de un compañero. Y como resultado final de estas estrategias, se produce información nueva que enriquece el ciclo productivo, circular e ilimitadamente.

El desafío es obtener de las situaciones el máximo de sus virtualidades.”**

*Flusser, Vilém, 2017, "El universo de las imágenes técnicas: Elogio de la superficialidad ", Cap. 16, pág. 179- 1a edición, Bs. As., Ed. Caja Negra.
** Ibid. Cap 11, pag, 134

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