Hace más de 30 años, Vilém Flusser* se aventuró a describir un cambio de época con una precisión que hoy es indiscutible. Esta publicación resume algunas claves para descifrar el contexto actual y llevarlo a su mejor desarrollo: desafiar las probabilidades, redefinir el acto de “imaginar" y valerse de esta nueva conciencia, cuyo resultado inevitable es una revolución cultural.
Desafiar los límites de lo probable
En una breve recapitulación histórica, Flusser describe al hombre como un ente que, desde que “extendió su mano contra el mundo”, busca preservar la información heredada y adquirida y crear información nueva. Por lo tanto, el propósito de los aparatos o programas -“represas de información al servicio de nuestra inmortalidad”- es crear, preservar y transmitir información.
El desafío, hoy, es producir resultados que sean poco probables desde el punto de vista del programa.
Si el material del cual se compone la realidad actual es la virtualidad y la virtualidad designa una posibilidad cuyo horizonte queda delimitado por las regiones de lo “probable” y lo “improbable”, éstas regiones constituyen los límites que hay que desafiar.
En este contexto, la mathesis de la conciencia emergente queda definida como el cálculo de probabilidades, dejando los términos "verdad" y "falsedad” en un anacronismo que designa límites inalcanzables. La distinción ontológica, ética y estética, ahora se da entre lo más o lo menos probable.
Compromiso dialógico y ruptura
Dentro de su análisis, ensaya una aproximación “fenomenológica” de la historia de la cultura, en la que señala cuatro momentos de abstracción, siendo el cálculo y la computación el cuarto y último, gracias al cual el hombre se transforma a sí mismo en un jugador que calcula y computa lo concebido. Esto, nos abre la posibilidad de un compromiso dialógico que inicie una ruptura con los programas culturales vigentes.
Desde este lugar es que el autor, invita e incita a “hacer arte” (producir resultados poco probables), “último bastión de una deliberación posible, de una voluntad decisoria, antes de sucumbir a la banalidad a las cual los resultados programados nos conducen”.
Redefinir
En un contexto de virtualidades, Flusser señala la necesidad de redefinir la palabra "imaginar", que ahora pasa a designar la capacidad de concretizar lo abstracto. Redefinir este acto fundamental tiene un doble fin: afrontar la nueva sensación vital emergente y articular una revolución epistemológica, ético-política y estética que haga un elogio a la "superficialidad".
Superficialidad vs caja negra
Hasta ahora, el eje de la discusión está imprecisamente sugerido y es ahí, justamente, donde se concentra la fuerza de la propuesta de Flusser. ¿Que designa esta superficialidad digna de ser elogiada?
Flusser señala la importancia de la distancia insoslayable que existe entre la superficie y la “caja negra” donde ocurre la "magia". Para cualquier resultado técnico, existe una cantidad “x” de procesos complejos en el interior de la denominada "caja negra”, que lo definen como un proceso no transparente.
Los resultados técnicos, entonces, exigen que nos ubiquemos deliberadamente a cierta distancia de ellos, exigen "superficialidad".
Estamos viviendo en un mundo imaginario, donde, la emergencia de una capacidad de mirar la realidad desde una distancia superficial para poder volverla concreta, designa un nivel de conciencia nuevo.
A entender de Flusser, esta superficialidad tiene un poder imaginativo sin precedentes, gracias al cual, las “probabilidades” adquieren un carácter dinámico, fluctuante y según la imaginación del imaginador.
El texto de Flusser es una invitación exquisita a imaginar nuevas im-probabilidades, a desafiar a “la caja negra” y su automaticidad estanca, para generar un espiral infinito de nuevas probabilidades a desafiar.
*"El universo de las imágenes técnicas: Elogio de la superficialidad "- 1a edición, Bs. As., Ed. Caja Negra, 2017.
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